Rechazos, represiones, odios, ascos,
así es como el humano pasa sus días.
Pierde su energía, su vida,
en cosas inútiles,
que no le gustan.
Se enamora del apego,
de las obsesiones, tristezas y victimismos,
algunos, se creen importantes.
El Tántrico, en cambio,
aprovecha cada cosa que la vida le brinda,
tiene claro que nada hay bueno ni malo,
que todo tiene un por qué.
Aprende de todo
transforma el veneno en medicina:
cambiando su actitud frente a la vida.
La religión del Tántrico
no es el aburrimiento,
no es la limitada vida
de aquellos que creen que se divierten
con las mismas cosas, las mismas gentes
y las mismas adicciones.
Un Tántrico se abre a la vida,
disfruta con cada cosa:
un despertar, una flor, un libro…
Un Tántrico experimenta,
siente,
vive con pasión
pero sobretodo, consciencia,
aprendiendo, evolucionando,
con aquello que la vida le regala.
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